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Creativos mexicanos hacen teatro desde casa

Con una computadora o celular, actores y productores ofrecen obras por pago





30 de Mayo de 2020 a las 10:12 hrs -- Centinela Digital
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Luego del cierre de teatros por la contingencia sanitaria ante la pandemia del covid-19, un nuevo diálogo surgió entre los hacedores de artes escénicas y su público: crear, actuar y contar historias breves a través de plataformas virtuales como Zoom o YouTube Live.

Los dramaturgos, directores y actores de teatro descubrieron un nuevo lenguaje. Los hogares de los actores se convirtieron en su escenario; su clóset, en el vestuario de sus personajes; las luces de su casa, en su iluminación; y su computadora o teléfono e internet, en el telón a abrir ante los espectadores. Cada quien trabaja desde su casa y dispone de sus recursos para cumplir con las necesidades y encuadre de su narrativa, convirtiéndose también en sus propios técnicos.

Los creativos vieron en este nuevo formato la oportunidad de reinventarse y se adaptaron a la sana distancia para contar historias, en su mayoría inéditas, en tiempo real para el público. Primero, lo hicieron de manera gratuita y después fue una posibilidad para monetizar su trabajo, tanto para sí como, en ocasiones, en apoyo a quienes forman parte de sus compañías y equipos técnicos, quienes tienen su labor en pausa por la cuarentena.

La nomenclatura de este lenguaje no ha sido convenida por el gremio. La actriz y productora Luly Garza lo bautizó como ficstream y detalló sus bases como un acto de ficción que no es teatro ni cine ni televisión, pero que tiene un texto, un evento dramático con estética de selfie, uno o más intérpretes y una transmisión en vivo, principalmente, desde un celular.

Otros creativos lo denominan teatro online y prefieren una cámara fija para hacerlo, sobre todo de una computadora con conexión a internet, y unos más prefieren no llamarle teatro al tratarse de comunicación virtual, sin la experiencia vital y física de estar en un recinto con el público en el mismo espacio.

Sin embargo, en lo que todos coinciden es en que la actoralidad, la dramaturgia y una ventana de entretenimiento y reflexión son elementos primordiales para atraer a los espectadores a este formato en desarrollo y hacerlos partícipes del proceso de lo que podría ser una industria en nacimiento o simplemente una expresión artística de la cuarentena.

Como sucede en el teatro, existen los imprevistos. Algún teléfono suena, el internet corre el riesgo de fallar, algún espectador se conecta tarde con su micrófono y video encendidos y distrae la atención de la función. Por ello, los ensayos, cada quien desde casa, se realizan también por Zoom.

Generalmente, el acceso es con video y audio apagados, en “una sala de espera”, tiempo en el que la gente se conecta, ve una imagen —que puede ser el encuadre de la obra o algún fondo de pantalla—, hasta que se dan las tres llamadas como ocurre en el teatro y comienza la función.

Zoom tiene la configuración predeterminada de poner a cuadro a quien habla. En caso de que haya más de un actor, los realizadores del teatro online recomendarán al público ajustar su pantalla a modo galería o mosaico, que la divide entre las personas que tienen encendido su video. Eso quiere decir, en este caso, que sólo se verán los actores, pues la audiencia mantiene apagado su audio y video en la función.

Para los actores, apagar y encender el video y el audio significa salir de escena como lo harían en un escenario físico.

En el caso de YouTube Live, lo que se ve en la pantalla es definido por la producción.

Al final de la representación, los micrófonos y cámaras del público pueden habilitarse para aplaudir, comentar y verse entre sí, aunque el chat es otra manera para emitir comentarios.

El costo del boleto es por conexión, es decir, podría haber toda una familia detrás viendo la historia.

La compañía Las Reinas Chulas es pionera de este formato en México, monetizando su trabajo, primero con cursos online y después con ficciones de cabaret, escritas y actuadas por ellas, que han llamado CabareZoom. Los recursos obtenidos sostienen a El Teatro Bar El Vicio y los 25 trabajadores base que están en pausa por la cuarentena.

Ha sido una buena experiencia de todos lados sorprendente. Nos pasó lo que siempre: la circunstancia nos orilló y nos pone en un lugar en el que jamás hubiéramos pensado; no nos dio tiempo de dudar”, señaló la actriz, directora y escritora Ana Francis Mor, de Las Reinas Chulas.

Actualmente, la compañía, también integrada por Marisol Gasé, Nora Huerta y Cecilia Sotres, hace un show distinto cada quincena, gracias a la respuesta del público, con entre 70 y 200 conexiones por show, que además pueden ser de México o de cualquier parte del mundo. El de hoy, a las 21:00 horas, es Homilía para la nueva normalidad, con el personaje de Santa Rita, recreado por Ana Francis Mor.

La gente la pasa bien. Pedimos el apoyo a Espacios Escénicos de la Secretaría de Cultura, nos lo dieron y ahora vamos a hacer La casa de papel de baño, a partir del 13 de junio. Siempre hemos hecho cabaret, en radio, en tele, en cómic, en lo que se pueda, porque la herramienta es el cabaret. Lo hacemos con nuestras compus, micros y teléfonos; con este apoyo pudimos comprar lucecitas y micrófonos; empezaremos a probar. Lo que sí hicimos antes de cerrar El Vicio fue traernos personajes a casa.


En los shows, por medio del chat, se da el primer contacto e improvisamos por ahí. Luego la gente abre su cámara, su micro y nos dejan entrar un pedacito a sus casas. Es emocionante porque la banda se prepara su cena, su botana, su bebida y eso es muy bonito”, señaló la actriz.

Además de Mor, Paula Sánchez Navarro y Boris Schoemann platicaron con Excélsior de esta nueva modalidad.

EL NACIMIENTO DE UN GÉNERO
Por el cierre de teatros y el distanciamiento social ante la pandemia debido al covid-19, actores y productores teatrales han buscado la manera de seguir contando historias adaptándose a sus propios medios.

Paula Sánchez Navarro, productora de Tercera Llamada que realiza la iniciativa Live Online Now!, con tres nuevas obras cada tres semanas —y que esta semana estrenó su tercera sesión sumando hasta el momento nueve obras—, destacó que continúan descubriendo los alcances del proyecto, gracias al nivel de aceptación de la audiencia. En su caso, las obras son gratuitas y es opcional otorgar una donación desde 45 pesos, que se reparte a la sesión de los involucrados en las tres obras en curso.

En cuanto a requerimientos técnicos, dependemos del buen internet de la casa del actor o actriz, y lo único que hemos hecho para garantizar la mejor versión posible es conectar un cable de Ethernet directamente al módem, con el fin de que no se conecten por WiFi y no se interrumpa la señal, al menos que en su casa se vaya la luz, cosa que hasta el momento no
ha pasado.


Parte de esta iniciativa es quedarnos en casa y no podemos mandar a técnicos, cada quien hace el trabajo desde su casa y el actor es quien logra hacer los efectos que se necesiten”, explicó Paula Sánchez Navarro acerca de las obras con temática libre, que pueden ser monólogos o historias dialogadas, con una duración entre 15 y 18 minutos.

El director, actor, productor, traductor y docente Boris Schoemann, director de la compañía Los Endebles A.C. —que celebra este año su 20 aniversario con teatro online y presentará este lunes 1 de junio Beautiful Julia— afirmó que la monetización era necesaria. En su caso como compañía, han logrado vender entre 30 y 50 boletos por función.

Llegué a la conclusión de que era muy peligroso liberar parte de nuestro trabajo de manera gratuita en la web, porque daba una señal de que la cultura era gratis. Era tiempo de cambiar a otro formato, para buscar generar fondos, aunque no sean muchos, y ayudar tanto a la economía de los actores de estas funciones en vivo, como del Teatro La Capilla; hay que idear maneras de supervivencia.

Sucede un intercambio, una presencia, aunque sea a través de la pantalla, en un mismo momento. Respeto a quienes dicen que no es teatro, pero es otra cosa, un hecho escénico que ha encontrado un público con la posibilidad de conectarte con gente de otras ciudades o países. El intercambio con el público es bastante reconfortante para reestablecer el diálogo”, concluyó Boris Schoemann.

(Excélsior)