Antes de las cámaras y los guiones, el actor Rafael Amaya ya recorría las calles de Ciudad de México con un teclado en la mano, buscando oportunidades. Sólo él, su teclado y la banda Almalafa.
A partir de que protagonizó El señor de los cielos, se ha convertido en un rostro muy reconocible para el entretenimiento mexicano, muy pocos saben que el actor también es parte importante de la escena musical contemporánea.
(milenio)