Cuando los captores de Carolina llegaron un amanecer de mayo para sacarla del lugar donde estaba escondida, en una ciudad mexicana fronteriza con Estados Unidos, ella pensó que la iban a obligar a llamar nuevamente a su familia en Venezuela para exigirles un rescate de 2,000 dólares.
En cambio, uno de los hombres la empujó hacia un autobús que estaba averiado afuera y la violó, narró a Reuters sobre el ataque ocurrido en Reynosa.
“Es lo más horrible y triste que le puede pasar a las personas”.
Una activista que trabaja por los inmigrantes que ayudó a Carolina después del secuestro y el abuso sexual que padeció –y que habló con Reuters bajo condición de anonimato por motivos de seguridad, confirmó todos los detalles del relato de la mujer de 37 años y quien logró llegar a Estados Unidos en julio.
El ataque se produjo en medio de un aumento de la violencia sexual contra migrantes en las ciudades fronterizas Reynosa y Matamoros, en el estado Tamaulipas, ambas rutas importantes de tránsito para inmigrantes que buscan ingresar a Estados Unidos, según datos del gobierno mexicano y grupos humanitarios, así como entrevistas con ocho personas que sufrieron ataque sexuales y más de una docena de trabajadores humanitarios locales.